miércoles, 6 de marzo de 2013

Hugo Chávez

En la tarde de ayer, 5 de marzo de 2013, se hizo oficial el fallecimiento del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías. El anuncio se hizo desde el Hospital Militar de Caracas, en la voz del Vicepresidente Nicolás Maduro. La mayoría del país creía haberse preparado para el día en que se anunciara esta noticia, pero sin dudas, todos, quienes lo apoyaron y quienes lo adversamos, sentimos un frío en el estómago al escuchar ese anuncio. Ahora bien, ¿Qué se puede decir de un hombre que sin duda alguna pasará a formar parte de la historia de nuestro país? Esto es lo que puedo decir desde mi óptica.

Indudablemente la figura de Chávez comenzó a dejar huellas desde su primera aparición pública, a raíz de la intentona golpista del 4 de febrero de 1992. Desde ese día se dividirían las opiniones. Unos creyeron que era un héroe, otros que era un asesino. Nadie en aquel momento se imaginaba la verdadera influencia de aquel hombre nacido en Sabaneta de Barinas, un 28 de julio de 1954.

Su mayor talento se encontraba en su verbo, que en momentos estaba lleno de citas a Bolívar y de otros pensadores, también podía manejar un lenguaje encendido, visceral, emocional. Como todo personaje con discurso, polarizaba. Era como los Yankees de Nueva York, si no estabas a favor estabas en contra. No se permitían grises en torno a su figura.

Políticamente hablando, al principio apostó a la abstención electoral, a la protesta con cacerolas, panfletos, volantes, alboroto popular. Cuando se presentó la oportunidad que brinda la democracia, se lanzó al ruedo político mostrándose como una opción diametralmente opuesta a la política tradicional venezolana. Como la mayoría de los venezolanos se encontraba desencantado con la dirigencia partidista de finales del siglo XX, el voto le favoreció sin mayores problemas. El país esperaba algo diferente, y de cierta manera así fue.

Una vez se dio su triunfo en 1998, comenzaría un capítulo histórico. Vinieron las transformaciones en el marco legal y jurídico con la convocatoria a un Referéndum para conformar una Asamblea Constituyente que diseñaría una nueva Constitución, adaptada al proyecto político que Chávez tomó como bandera electoral. Lo curioso es que junto con estos cambios vendrían otros sucesos paralelos que se mostrarían como pruebas de fuego para el naciente gobierno del Teniente Coronel. Me refiero a la terrible tragedia de Vargas. Todo esto sería el primer punto de quiebre. Hasta el día de hoy, siguen muchos damnificados brincando de un lado para el otro, sin una solución definitiva por parte de un gobierno obligado por ley a responder.

En 2001 comenzaría una etapa oscura. Los partidos de Oposición, la CTV y Fedecámaras alzarían la voz en contra de todas las medidas económicas y políticas tomadas por el gobierno de Chávez. En diciembre de ese año, específicamente el 10 de diciembre, se daría el primer paro nacional. Fue una estrategia que generó efectos, pues el gobierno se comenzaría a mostrar más radical en sus posiciones. El punto cumbre de esta etapa se daría en abril de 2002, con los despidos masivos en PDVSA, toda la gente que fue sacada de sus casas en las zonas petroleras y aquel famoso pito que sonaba en Aló Presidente a la vez que Chávez decía "Fulanito, pa'fuera". Vendría un paro nacional indefinido, mucha gente opositora en las calles del este y gente a favor de Chávez en el oeste. Llegaría el fatídico día 11, en el que el país se nos perdió entre las balas y la sangre y que hasta el sol de hoy no sabemos qué fue lo que realmente sucedió. Por comunicado oficial se dijo que Chávez había renunciado. Se puso a dedo a Pedro Carmona Estanga en la presidencia, quien al día siguiente leyó un decreto de autoproclamación que sería la muerte de un paso gigante que pudo haber sido el fin de la era chavista en el poder. Con esta metida de pata, la solución sería el regreso de Chávez al poder. Muchos creímos que esto sería el momento de un replanteamiento de las cosas políticas. Y fue así, pero no como esperábamos.

En diciembre de 2002 comenzaría un tercer paro que se extendería por dos meses. El caos se apoderó del país. Todo desapareció: Gasolina, alimentos, bebidas, servicios... Fue una guerra de resistencia en la que Chávez saldría airoso con una maqueta de lo que sería posteriormente "las misiones". El gobierno jugaría una carta interesante: "Si los ricos te quitan, yo te doy". Vendría Mercal, Barrio Adentro, Negra Hipólita... Recordemos que Chávez era militar, conocía bien de estrategias, y el juego de ensayo y error generalmente le salía bien. Seguiría la tensión hasta 2006, año de elecciones presidenciales.

La oposición mostraría el primer esbozo de unidad con la postulación de un candidato que fue por el consenso de muchos partidos grandes: Manuel Rosales. Lo malo de esta jugada fue la poca capacidad de este personaje que si bien mostró una buena gestión regional, no calaba en el resto del país, principalmente por su deficiencia en el discurso, talento que Chávez siempre tuvo y de sobra. Chávez ganaría de manera cómoda, pero en la oposición quedaría una lección plasmada: La unidad es el mejor camino. Ahora, a finales de ese año Chávez cometería un error que en su momento le costó muy caro: El anuncio de la no renovación de la concesión a Radio Caracas Televisión, el canal activo más antiguo de Venezuela, con el primer lugar de sintonía y escuela de los mejores talentos en la pantalla chica. En mayo de 2007 se cumpliría esta triste promesa. Los partidos opositores, los estudiantes universitarios y una parte enorme de la población repudiaron esta medida que simplemente significaba un golpe a la libertad de expresión. En diciembre se asomaría el referéndum para la reforma constitucional, y esa campaña fue una victoria importante para la oposición. El mensaje llegó a la gente y se rechazó esa propuesta confusa. El gobierno se equivocó en ese momento.

Ahora, tiempo después vendría la propuesta de enmienda constitucional. Con una campaña mejor elaborada y con una propuesta concreta, el gobierno volvería a ganar. Chávez supo vender su estrategia. Ahora aparecería la figura de la reelección inmediata e indefinida. La oposición comenzó a tomar más en serio la palabra UNIDAD. Por el lado de Chávez no hacía falta. Ya había agrupado a su gente en un proyecto partidista único (PSUV), y al no tener competidores ni siquiera en sus propias filas, se confió sin temor. Él tenía su terreno bien abonado y asegurado. La lealtad de su gente de base era dura, férrea, indisoluble. ¿Dónde vino la duda? En 2010, cuando en unas elecciones parlamentarias, la oposición, que no estaba en unidad perfecta, sacó más votos que el chavismo en todo el país, pero a pesar de esto, debido a una jugada del CNE, el PSUV obtuvo más diputados a la Asamblea Nacional. Esto significaría un mensaje al propio Chávez. Había que jugar bien si se quería la reelección de 2012.

En 2011, a mediados de ese año, vendría una noticia que sería a la larga el principio del fin. Chávez anuncia en cadena que padece de cáncer. Todo el país entró en el debate: ¿Qué pasará? En la oposición se manejaba el escenario de la renuncia y a la vez se reforzaba la unidad. En el chavismo de base comenzó a hablarse de una sucesión, pero en susurros. No era un tema planteado con seriedad. A finales de 2011 se anunciarían las primarias opositoras. Las elecciones de 2012 prometían sorpresas.

Bien, el PSUV no se mortificó. La candidatura presidencial no tenía discusión, a pesar de que Chávez pasaba más tiempo en La Habana tratando su enfermedad, entre mejorías y recaídas. La tensión se incrementaba, porque ahora el adversario no era humano sino biológico. La oposición por su parte entendió que la lucha presidencial debía ser de uno contra uno. Se consiguió una votación histórica en una elección primaria en la que saldría favorecido Henrique Capriles Radonski, un joven con experiencia política en varios ámbitos, y a diferencia de Rosales, con un mejor léxico y discurso. Se logró una unidad fuerte, se hizo una campaña épica. Por el lado rojo, Chávez a pesar de su enfermedad dolorosa, se esforzó al límite, con una campaña llena de emotividad, música, esperanza y alegría, a la larga ganaría la reelección con más de 8 millones de votos, por encima de los 6 millones y medio obtenidos por Capriles. Pero ese 7 de octubre muy pocos pensamos en la posibilidad de que el ganador no ejerciera ese nuevo mandato de seis años.

Luego de dos meses, en los que el tratamiento contra el cáncer proseguía, el 8 de diciembre de 2012 escucharíamos y veríamos por última vez a Chávez en cadena nacional. Inesperadamente lo escuchamos manejando el escenario del "no retorno". Dejó sus instrucciones bien claras, basadas íntegramente en la Constitución Nacional. Dos días dejó el país... pasaron los días, no regresaba. Llegó el 10 de enero y Chávez no pudo juramentarse. La fiesta del 4 de febrero lo tuvo como gran ausente. Todo el país en incertidumbre total. Se daban partes oficiales (no médicos) en los que las incongruencias se incrementaban más y más. El 18 de febrero se anunció su regreso con unos Tweets que aún generan dudas sobre el hecho de que él mismo los hubiera escrito, dado su delicado estado de salud anunciado por voceros oficiales. Una oposición exigiendo respuestas claras a la vez que preparaba un candidato presidencial prevenido al bate. Un tren ejecutivo que se explayaba en insultos y descalificaciones a quienes pedían respuestas. Unos estudiantes que se encadenaron frente a la Embajada de Cuba y que luego se irían a una de las calles de Chacao. Protestas intensas. Rumores dentro y fuera de las redes sociales. La población entraba en pánico. El país se desbarataba como nunca antes. Unos twitteros que ni siquiera viven aquí aseguraban que lo veían muerto a la vez que hacían publicidad en sus cuentas de Twitter.

Llegó el 5 de marzo. Luego de que la noche anterior se dio el parte oficial más confuso de todos (Presenta un empeoramiento de su infección pulmonar y se le está aplicando quimioterapia de alto impacto), se presagió que era cuestión de horas la llegada del anuncio que se conocía en secreto desde hacía mucho tiempo. Oficialmente el hombre que por 14 años estuvo en el poder, había fallecido. El capítulo había terminado.

¿Qué decir de Hugo Chávez? Sin dudas fue un líder carismático, casi religioso. Supo llegar a sus masas. Cohesionó a los involucrados en su proyecto, que a todas estas creo que sólo él entendía. Sí le admiro su verbo, su labia, su capacidad de responder ante cualquier planteamiento. ¿Que no le tenía asco a los pobres? Coincido con eso, conocía bien la pobreza, sabía cómo tratar con la gente humilde. Claro, eso no significa que supiera darles respuestas efectivas para darles un mejor futuro, pero de que les llegaba les llegaba, y eso es un talento que le admiro. Era un hombre muy mediático, bastante pantallero. Entendió el poder de los medios de comunicación. Siempre dije que si no fuese presidente sino animador de televisión, sería el más exitoso del continente. Su carisma es inigualable. Su retentiva también fue una de sus grandes virtudes. Podía memorizar citas larguísimas, y al caletre. Sabía contar chistes, tenía mucha gracia para echar cuentos. Lo admito, me reía mucho cuando salía con esos chistes, generalmente eran buenos. 

Ahora, cuando podía ser cruel, lo era. El desprecio a quienes lo adversaron era tajante. Podía ser absurdamente ofensivo. Lamento que no se preocupara realmente por los casi 200 mil muertos a manos de la violencia durante su largo gobierno. Repudié su indolencia ante casos como el emblemático Franklin Brito o la juez María Lourdes Afiuni. Me pareció patético el día en el que una mujer le lloraba por sus familiares muertos en la tragedia de Amuay y él como respuesta le dijo "canta y no llores", y días antes le decía a los damnificados del Río Guarapiche "el show debe continuar". Su aire autoritario cuando daba órdenes como "me les echan gas del bueno" a los estudiantes también se ganaron mi rechazo inmediato. Decir que se justificaba el robo cuando no había que comer fue un error garrafal. La regaladera de plata a otros países no era más que traicionar a su propia gente. Cuando dijo que la oposición era "la mierda" al igual que la victoria de la reforma, quedó como un mal líder, que en vez de unir, desunía. Lo de Abril de 2002 era su responsabilidad como Jefe de Estado. Sí creo que debió pagar por esos crímenes, al igual que todos los que dispararon o incitaron a disparar, sin excepción. Los muertos de las intentonas de 1992 nunca se pagaron realmente. En fin, se pudieran enumerar montones de cosas y no me quedaría mucho tiempo.

¿La verdad? Yo tuve mis simpatías hacia él. Me desencanté temprano, en 2000. Nunca le di mi voto. En el fondo esperaba una reconsideración que nunca llegó. Sí, lo quería fuera de la presidencia, quería que pagara lo malo que hizo... Pero en vida. No le deseé la muerte, así como no se la deseo a nadie. Ahora que falleció, sólo puedo decir que por mi parte deseo que descanse en paz, que Dios lo pueda recibir con el respectivo perdón. Mis respetos enormes a quienes lo apoyaron y creyeron en él, a sus familiares y a sus amigos verdaderos.

Pero la vida continúa, el país debe continuar y ahora vienen los verdaderos vientos de cambio. Dios permita que venga lo mejor. Amén.

1 comentario:

  1. Todo excelente, solo te equivocaste en que terminó el capítulo con su muerte y en lo de los vientos de cambio, del resto comparto 100% tu opinión.

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