miércoles, 6 de diciembre de 2017

¿Se puede hacer humor con todo?

Luego de mucho tiempo sin postear cosas relacionadas con alguna polémica del mundo real, me encuentro con un escándalo prendido en las redes sociales, relacionado con una presentación de un tipo que se hace llamar Nacho Redondo y se presenta como humorista. Empiezo diciendo que para el momento en que escribo estas líneas, lo único que conocí del tipo lo vi hace más o menos media hora, en YouTube. Ante esto, es justo y necesario dejar mis opiniones al respecto.

Venezuela es la cuna de verdaderos reyes del humor y la comedia internacional. Er Conde del Guácharo le dio vida a lo que ahora llaman "Stand Up Comedy" con sus monólogos llenos de picardía, folklore y crítica social. Emilio Lovera cuenta con un repertorio muy completo que pasa por las imitaciones, el humor político, chistes clásicos y mucha música. Laureano Márquez se mueve mejor con el análisis sociopolítico de la situación actual, Carlos Donoso le da vida a montones de muñecos y a cada uno le otorga una personalidad única e hilarante. En fin, la lista es larga y como venezolano me siento orgulloso de contar con tantos talentazos de la buena comedia.

Ahora bien, desde hace algunos años, ha surgido una "moda" con el Stand Up Comedy, en la que personas muy jóvenes se suben a un escenario y presentan monólogos para intentar que el auditorio se ría. Quizás el mejor ejemplo lo da el Profesor Briceño, un académico que imprime un humor ácido y hasta negro a infinidad de temas, con mucha inteligencia (es irónico que hiciera una rutina sobre Dios que fue aclamada, pero casi lo despellejan cuando hizo chistes crueles sobre el béisbol, en serio estamos locos). Pudiéramos incluir a Luis Chataing, quien llevó el humor irreverente, a veces ingenuo y a veces absurdo, a los escenarios, con mucho éxito. En otro ámbito, gracias a las redes sociales, muchos comediantes se llevan sus rutinas a YouTube, los videos de Facebook y Twitter o Instagram, y alcanzan a mucha gente. 

Pero así como hay humoristas excelentes, hay muchos que son malísimos, y Redondo entra en esta lista. Para empezar el tipo no tiene gracia. Un humorista debe causar risa apenas se le ve en el escenario, y el pobre no llega a eso. Segundo, su léxico es pobre y limitado, y se hace notorio en la sequía argumental de sus libretos. Se torna repetitivo en expresiones que jura él que son graciosas, se queda "malpegado" en temas y no tiene el "timing" para variar en contenidos y mantener algún tipo de hilaridad. Su estilo es demasiado forzado y falto de fluidez y naturalidad. No tiene idea de la diferencia entre el uso de las groserías y el abuso de éstas. Cae fácilmente en lo soez y por lo tanto el objetivo de causar risa a la mayor cantidad de público posible se pierde. Como él hay muchos y quienes me siguen en Twitter saben mi opinión de algunos con nombre y apellido, pero ya que el pseudo escándalo de Redondo está de moda a esta hora, me centraré en su rutina y en algunos temas relacionados. 

Este es el show que vi: 

La polémica se presenta cuando incluye en su rutina el tema de las personas con capacidades diferentes (discapacitados). Cuando el tipo dice "es que yo me burlo de..." comienza la caída por el desfiladero en su show. Un humorista no se burla de nada o de nadie, un humorista caracteriza, hace humor con alguna persona o situación, reflejando particularidades, sin caer en la burla, ofensa o descalificación. Cae en imprecisiones como "en los paralímpicos ponen a todo el mundo a competir contra todo el mundo" y quienes hemos visto esos eventos sabemos que no es así. Esto habla de su carencia investigativa a la hora de escribir su rutina, ya que un humorista serio estudia, analiza, investiga, se documenta. Hasta para hacer humor hay que tener base.

El discurso despectivo que presenta es muy pobre. No sé cuántas veces repite la palabra "choreto" de manera enfática, como buscando que la gente se ría con eso. Luego de pasearse por varias discapacidades, llega a un personaje emblemático: Maickel Melamed. De Maickel se han hecho infinidad de rutinas, incluso Emilio Lovera lo menciona en sus shows aclarando algo muy importante, y parafraseo: "Si yo le echo vaina a Maickel Melamed, lo estaré tratando como una persona igual, pero si no le echo vaina lo discrimino". Lamentablemente, Nacho fracasa en su intento de comedia y cae en la chabacanería. Su esfuerzo inútil de humor negro se convierte en algo que no es humor ni es negro, sino estupidez. 

En fin, se ha generado una campaña dura en redes sociales censurando a este tipo, con recolecciones de firmas en change.org y montones de cosas más. Sobre este particular también hay que tener mucho cuidado. Miren, yo creo en la libertad de expresión, creo que la gente (y me centro en los comediantes) pueden hacer humor con cualquier tema por muy delicado que sea, eso sí, tiene que tener la habilidad y la experiencia para no caer en una simple burla vacía. Eso está claro. Lo que no puedo compartir es eso de que "sobre esto no se deben hacer chistes, sobre este tema tampoco". A ver, si al caso vamos, ya en algunos países se ven cosas como "hacer chistes de gays es homofobia, hacer chistes de negros es racismo, hacer chistes machistas es misoginia, hacer chistes de judíos es antisemitismo, hacer chistes de borrachos es burlarse de una enfermedad como lo es el alcoholismo, hacer chistes de animales es vulnerar los derechos de esos seres" y cosas peores. ¿No se han puesto a pensar que, bajo estos criterios, no se deberían hacer chistes de nada ni de nadie? Pónganse a pensar por qué extrañamos la Radio Rochela... porque ahí hacían humor con todo el mundo, y recalco, no hacían burla, hacían humor. 

Creo que si se va a censurar a Nacho Redondo, que sea por su patética forma de hacer humor, por su nula gracia y por su ignorancia, más que por el tema que decidió plantear, y el castigo más ejemplar que puede dársele es: No asistir a ninguno de sus shows, no sumarle visitas a sus videos en YouTube, dejar de seguirle en Twitter, Instagram o las redes sociales que tenga... Como dirían los españoles, pasar de él. No hay que nombrarlo siquiera. Dudo mucho que este chico quiera cambiar en su estilo "humorístico" así que de poco sirve decirle que se vea en el espejo de la Vero Gómez, quien por pretender ser "irreverente" se quedó sin su programa de radio, ella y todos sus compañeros. 

Que quede todo esto como lección a quienes pretendan vivir del serio y complejo mundo del humor y la comedia. 

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